sábado, 21 de mayo de 2011

Marcos

Jesús les dijo: «Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres.»


Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.




«No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.»



Decíanle los fariseos: «Mira ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?»

El les dice: «¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y él y los que le acompañaban sintieron hambre,

cómo entró en la Casa de Dios, en tiempos del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió los panes de la presencia, que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y dio también a los que estaban con él?»
Y les dijo: «El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado.

De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado.»



«¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?»



«¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás?

Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir.

Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá subsistir.

Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin.

Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte; entonces podrá saquear su casa.

Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean.

Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno.»


Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.»
El les responde: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?»

Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: «Estos son mi madre y mis hermanos.

Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.»


Una vez salió un sembrador a sembrar.

4 Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron.

5 Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida por no tener hondura de tierra;

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